Roberto se despertó de repente en el cuarto oscuro, estaba muy asustado y gotas de sudor le caían por la sien, por la espalda, por todo el cuerpo. “Pues estoy vivo” murmuró entre sí casi sin creer en ello.
La televisión estaba retransmitiendo los últimos minutos del partido de Champions Real Madrid -Inter y éste último estaba claramente ganando pese a que Mourinho siguiera peleándose con el árbitro de turno, como siempre. Repentinamente el chef se levantó y se dirigió hacia el cuarto de su amigo: Esteban estaba durmiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado.
El móvil sonó: era Andrea, con su voz alegre: “Hola chicos, ¿qué tal? ¿Habéis visto qué partido? ¡Ibraimovich ha estado verdaderamente genial!”
“No, Andrea, no lo hemos visto. Esteban estaba durmiendo y yo… estaba un poco ocupado”.
“¿Ocupado? ¿Y con quién? ¿Todo bien, Roberto?”
“Sí, no te preocupes, de veras. Yo también estaba en la cama. Mañana te explico todo, buenas noches”.
Al cortar la comunicación, Roberto por fin empezó a relajarse, había regresado a la realidad. Así, todo había sido una pesadilla, una increíble pesadilla. La muerte de su padre, la de su amigo, el comisario López: todo irreal. Pero lo real era que todavía tenía que preparar el sushi. Entonces estaba para ir a despertar a Esteban a fin de que le ayudara, puesto que, no podría filetear todo ese pescado sin su amigo de confianza; pero al volverse vio a Esteban, frente a él, que empuñaba un cuchillo, su regalo de Navidad…
La televisión estaba retransmitiendo los últimos minutos del partido de Champions Real Madrid -Inter y éste último estaba claramente ganando pese a que Mourinho siguiera peleándose con el árbitro de turno, como siempre. Repentinamente el chef se levantó y se dirigió hacia el cuarto de su amigo: Esteban estaba durmiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado.
El móvil sonó: era Andrea, con su voz alegre: “Hola chicos, ¿qué tal? ¿Habéis visto qué partido? ¡Ibraimovich ha estado verdaderamente genial!”
“No, Andrea, no lo hemos visto. Esteban estaba durmiendo y yo… estaba un poco ocupado”.
“¿Ocupado? ¿Y con quién? ¿Todo bien, Roberto?”
“Sí, no te preocupes, de veras. Yo también estaba en la cama. Mañana te explico todo, buenas noches”.
Al cortar la comunicación, Roberto por fin empezó a relajarse, había regresado a la realidad. Así, todo había sido una pesadilla, una increíble pesadilla. La muerte de su padre, la de su amigo, el comisario López: todo irreal. Pero lo real era que todavía tenía que preparar el sushi. Entonces estaba para ir a despertar a Esteban a fin de que le ayudara, puesto que, no podría filetear todo ese pescado sin su amigo de confianza; pero al volverse vio a Esteban, frente a él, que empuñaba un cuchillo, su regalo de Navidad…
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